Hoy quiero hablarte de algo fundamental: vivir sin estrés. Hace un tiempo pasé por una etapa intensa en la que el estrés dominó mi vida. En esta ocasión quiero compartir contigo cómo logré reencontrar el equilibrio. Porque, sí, incluso a los psiquiatras el estrés puede llegar a ganarnos la partida. Entonces, desde la experiencia (además de cómo profesional), puedo decirte que hay herramientas para superarlo. ¿Me acompañas?
El Estrés: un compañero inevitable
Primero, entendamos algo esencial: el estrés no es nuestro enemigo. Es una respuesta natural de nuestro cuerpo para enfrentarnos a retos. Nos hace más rápidos, más fuertes, y en ciertas dosis, más productivos. Sin embargo, cuando se alarga en el tiempo, cuando se convierte en un invitado permanente, comienza a erosionar nuestra salud y bienestar.
En mi caso, un aumento inesperado de trabajo me llevó a transformar la forma en la que ayudo a las personas con burnout. En su momento trabajaba de una manera que me hacía vivir en tensión, aunque no tenía tanta carga de trabajo como otras personas. Esto se debe a que no solo la carga de trabajo importa, sino también la presión psicológica.
Estrategias para vivir sin estrés
Cuando el estrés se instala en nuestra vida, a menudo nos quedamos paralizados, sin saber por dónde empezar para recuperar el equilibrio. Sin embargo, hay pasos concretos que podemos dar para reducir su peso. A continuación, te comparto tres estrategias que me han sido muy útiles, tanto a nivel personal como profesional, para gestionar el estrés de forma efectiva y sostenible:
- El arte de cuidarse
En los picos de trabajo, es fácil abandonar las cosas que nos hacen bien: deporte, momentos de desconexión, incluso el contacto con nuestros seres queridos. Yo cometí ese error, y el resultado fue evidente. El estrés necesita un contrapeso, y ese es el cuidado personal. Prioriza tu bienestar más que nunca en los momentos difíciles. Haz deporte, aunque solo sea un paseo; dedica tiempo a tus hobbies, y recuerda que tus relaciones son un apoyo fundamental. - Desconecta totalmente al menos 24 horas a la semana
Sé que para muchas personas esto es lo normal, pero para otras dejar de pensar totalmente en el trabajo durante 24 horas seguidas parece una utopía ¿Has probado desconectar un día completo sin pensar en el trabajo? No basta con descansar físicamente, tu mente también necesita desconectar. - Cambios externos para aliviar la presión
Por mucho que trabajemos en nuestra gestión del estrés, a veces el entorno necesita cambiar. En mi caso, tuve una época en la que atendía a demasiadas personas a través de mi programa CIMA para el burnout. Entonces cerré el acceso al programa para poder reorganizarlo y poder aceptar a más personas sin que me generara tanto estrés. Para ello tuve que apoyarme en un equipo que ahora hace posible la gran ayuda que prestamos a quien tiene burnout. No siempre es fácil, pero priorizar tu bienestar a largo plazo es clave.
Estrés y vocación: no te protege del todo
Muchas veces escuchamos frases como: “Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar un solo día de tu vida”. Sin embargo, esta idea, aunque inspiradora, puede ser peligrosa si la interpretamos como un escudo contra el estrés. La realidad es que amar lo que haces no te garantiza una vida sin estrés. De hecho, puede convertirte en una presa fácil del burnout si no aprendes a gestionar tu tiempo y energía.
La vocación nos da propósito y satisfacción, pero también puede ser un arma de doble filo. Cuando estamos apasionados por nuestro trabajo, es fácil caer en la trampa de no poner límites, de asumir más responsabilidades de las que podemos manejar y de postergar el descanso en nombre del compromiso. He visto a muchas personas, incluyéndome a mí mismo, justificando jornadas interminables con la excusa de que están trabajando en algo que les llena. Pero la pasión no es un antídoto infalible contra el estrés; si no se gestiona bien, puede intensificarlo.
El problema es que, al estar tan involucrados emocionalmente, muchas veces ignoramos las señales que nos envía el cuerpo: cansancio extremo, problemas de concentración, irritabilidad. Nos decimos que es “normal” sentirse así cuando uno está comprometido. Pero este patrón, sostenido en el tiempo, nos aleja de nuestro objetivo de vivir sin estrés y de nuestros objetivos en general, porque nadie puede ser efectivo y eficiente en lo que hace, si el estrés es una constante.
Para evitar caer en esta espiral, es crucial establecer límites claros entre el trabajo y la vida personal. Aprende a decir “no” cuando sea necesario, respeta tus horarios de descanso y asegúrate de dedicar tiempo a actividades que no estén relacionadas con tu vocación. Recuerda que, aunque tu trabajo sea importante, tu salud y bienestar lo son aún más. Encontrar este equilibrio es la clave para disfrutar de lo que haces sin sacrificar tu bienestar emocional y físico.
Vivir sin estrés no significa abandonar tus pasiones, sino aprender a convivir con ellas de forma saludable. Es un proceso de autoconocimiento y disciplina que te permitirá disfrutar plenamente de tu vocación sin poner en riesgo tu equilibrio personal.
Conexión con la naturaleza: un aliado poderoso
En mi camino hacia la recuperación, la naturaleza ha sido uno de mis mejores aliados. Paseos por los valles, ascensos a cumbres, o simplemente sentarme a contemplar el paisaje han sido mi terapia. La naturaleza nos ayuda a reconectar con nuestro yo más profundo, además de reducir el cortisol.
Reflexión final: la vida es más que estrés
Vivir sin estrés no significa evitarlo por completo, sino aprender a gestionarlo y a escuchar nuestro cuerpo. Y no olvides que el mayor daño del estrés es desconectarnos de lo que realmente importa: nuestra vida y nuestras relaciones.
Si sientes que el estrés te está ganando, te invito a unirte a mi lista, a través de la cual cada día comparto consejos, herramientas y reflexiones para ayudarte a reconectar con una vida plena.
Recuerda: el estrés es una señal, no un destino. Valórate, desconecta y vuelve a conectarte con lo que de verdad importa.
Cuídate mucho y disfruta de la vida.