Carlos Cenalmor – Psiquiatra y psicoterapeuta

El autodespido por estrés laboral: cuando tu cuerpo decide antes que tú

A veces me repito como un disco rayado. En entrevistas, en formaciones, en emails y en posts como este, pero la realidad es que no me canso de decirlo: no estamos hechos para vivir así. No es natural que el cuerpo nos amanezca en tensión, que el pensamiento vaya a mil desde que abrimos los ojos, que la mente no se calle ni siquiera cuando intentamos dormir. Y, sin embargo, eso se ha convertido en lo habitual.

Cada vez veo más personas que, después de meses aguantando, simplemente ya no pueden más. Y entonces toman una decisión tan silenciosa como radical: irse. Renunciar. Esto es lo que muchos conocen como autodespido por estrés laboral.

No es un fenómeno aislado ni una moda pasajera. Es el reflejo de una cultura laboral ANTI- NATURAL, que está empujando a miles de trabajadores a elegir entre su salud y su sueldo. Y muchas veces, cuando el cuerpo dice “basta”, ya no queda margen para pensar demasiado.

¿Qué es el autodespido por estrés laboral?

No es una rabieta. No es un capricho. Es una decisión profunda que aparece cuando el trabajo deja de ser solo trabajo, y se convierte en un sistema que desgasta, desconecta y enferma.

Hay personas que intentan seguir. Que lo aguantan todo. Que ponen buena cara, que se esfuerzan por “estar bien”. Hasta que un día algo se rompe. Y lo que antes era motivación se convierte en apatía. Lo que antes era entusiasmo, ahora es peso. Y el cuerpo empieza a gritar lo que la mente lleva tiempo callando.

No es raro que quienes se autodespiden por estrés laboral pasen antes por una larga lista de síntomas:

  • Insomnio persistente o sueño poco reparador.
  • Tensión muscular que no cede.
  • Fatiga mental, niebla cognitiva, olvidos.
  • Irritabilidad sin motivo claro.
  • Apatía por todo lo que antes ilusionaba.
  • Sensación de estar completamente desconectado del trabajo… y de uno mismo.

Y cuando eso sucede, ya no hay técnica de productividad que valga. Ni workshop de meditación. Ni app para “gestionar el estrés”. Porque ya no es una cuestión de gestión, sino de supervivencia emocional.

Si te has sentido identificado con todo esto, o incluso si solo te resuena una parte… no lo ignores. Te invito a hacer algo diferente: déjame acompañarte a través de mi email diario gratuito antiestrés, un espacio breve, inspirador y entretenido que te llevará 3 minutos al día. Ahí te cuento historias reales —mías, de mis pacientes, de personas que también han dicho “basta”— y comparto reflexiones que te pueden ayudar a entender qué te está pasando y cómo empezar a salir. No son recetas mágicas. Es un espacio de conexión, pausa y sentido. Puedes apuntarte aquí. Porque a veces, lo que más necesitas no es hacer más… sino parar y empezar a escucharte.

Cuando el cuerpo se planta y decide antes que tú

A veces te crees que lo llevas todo más o menos bien, que solo estás un poco estresado, que ya pasará… hasta que un día el cuerpo dice: “hasta aquí”. Y se planta. Te levantas agotado, no duermes, no rindes, te duele todo y no sabes ni por qué. Te da por llorar sin motivo. O por no sentir nada.

Y ahí ya no decides tú. Decide él. Tu cuerpo ya no puede más, y te obliga a parar. Te obliga a decidir marcharte de tu trabajo para evitar problemas de salud peores.

Lo que viene después no es paz. Es vértigo.

Irse no es un final feliz. Es un terremoto. Te quedas como desubicado, con una mezcla de alivio y miedo. Y con muchas preguntas: “¿Y ahora qué hago?”, “¿Y si me he precipitado?”, “¿Y si no encuentro nada mejor?”

Pero también hay algo que aparece poco a poco: el descanso. El de verdad. El de dormir sin sobresaltos. El de no mirar el móvil con angustia. El de poder respirar sin sentir que tienes una losa en el pecho.

Cada cuerpo es distinto. Cada historia también. Así que te invito a dejar de compararte con otros y pensar que “si otros pueden soportarlo, yo también debería”. Porque quizá lo que los otros hacen es sobrevivir a costa de su salud. Y tú ya no puedes permitirte eso.

Tampoco idealices irte. No es fácil, ni cómodo, ni seguro. Económicamente puede ser arriesgado (o inviable). Emocionalmente también. Pero si lo que estás viviendo en tu trabajo te está reventando por dentro… no siempre hay alternativa mejor que frenar. Aunque sea para coger aire.

La pausa no es un capricho. Es medicina.

Lo que viene después del “me voy” debería ser una pausa real. Una tregua. No otra exigencia con otro nombre. No montar un negocio al día siguiente. No demostrar nada a nadie. Solo parar.

Parar para que tu sistema nervioso recupere el equilibrio. Parar para dejar de estar en modo alerta 24/7. Parar para recordar quién eras antes de que todo esto te pasara por encima.

Porque si no haces esa pausa ahora, la vida te la va a pedir después. Y más cara.

¿Qué ocurre cuando decides irte?

El procedimiento de autodespido puede variar según el país, el contrato o el convenio, pero más allá del papeleo, hay una parte invisible que nadie te cuenta: la emocional.

Irse suele venir acompañado de miedo, culpa y muchas dudas. ¿Y si me estoy equivocando? ¿Y si no encuentro otra cosa? ¿Y si estoy exagerando? Y lo peor: esa sensación de estar “fallando” al no haber sido capaz de soportar lo que otros parecen llevar con normalidad.

Pero lo que muchos descubren después es que esa decisión fue, en realidad, una forma de cuidarse. A veces, la única posible.

Poco a poco, cuando sales del ruido, empiezas a notar cosas que ya habías olvidado. Dormir profundo. Comer sin prisa. Volver a leer un libro sin revisar el correo cada cinco minutos. Recuperar una conversación sin mirar el reloj. Estar presente.

Y sí, también hay incertidumbre. 

En España el autodespido por estrés laboral no da derecho a una compensación. Aunque ya hay sentencias en las que se reconoce la indemnización por exceso de estrés laboral, son excepciones. En la mayoría de casos se hace sin tener acceso a indemnización de ningún tipo (lo cual nos habla de la gravedad de las sensaciones que atraviesa esa persona).

Por eso es tan importante hablar de esto. Visibilizar que el estrés crónico en el trabajo no es un problema individual, sino estructural. Que no es que tú no sepas gestionarlo, sino que nadie debería tener que gestionarlo a ese nivel.

¿Dónde están los derechos del trabajador cuando más se necesitan?

La conversación sobre estrés laboral y derechos del trabajador va muy por detrás de la realidad que estamos viviendo. Aún hoy, las bajas por burnout se siguen viendo como algo puntual en España (no así en países como Alemania o Suiza). Como si fueran debilidades momentáneas, y no síntomas de una estructura insostenible.

Es necesario que las leyes evolucionen, que los entornos laborales integren el bienestar como algo más que un eslogan, y que empecemos a hablar con naturalidad de algo tan humano como el derecho a cuidarse.

Porque cuando el trabajo se convierte en enfermedad, el problema ya no está solo en el trabajador, sino en el sistema que lo sostiene.

¿Qué pasa después del autodespido? Algunas cosas que tal vez necesites saber

No todo se resuelve al día siguiente. Pero muchas cosas sí empiezan a recolocarse.

  • Recuperas el descanso. No solo el físico, también el mental.
  • Vuelves a sentirte en tu cuerpo, no solo en tu cabeza.
  • Te das cuenta de que no todo era “culpa tuya”.
  • Y, quizá lo más importante, empiezas a elegir desde otro lugar.

Porque algo cambia por dentro cuando ya no estás al servicio de un sistema que te desconectaba de ti. Y en esa reconexión empieza tu verdadera sanación.

Un espacio para respirar

Cada día, escribo un email breve, humano, sin postureo. Pensado para personas que están hasta arriba, pero que no quieren vivir desconectadas de sí mismas. Un espacio para parar tres minutos al día y recordar que hay otra forma de estar en el mundo.

Comparto historias reales —mías, de pacientes, de otros como tú— y reflexiones para frenar el ruido, entenderte un poco mejor y reconectar con lo que importa. No te va a cambiar la vida, pero quizá te acompañe un poco en este tramo.

Si te resuena, puedes apuntarte aquí. Y si no, al menos no te olvides de esto: tu cuerpo no es el enemigo. Es el único que ha estado siempre contigo. Y cuando se planta… es porque necesita que tú también lo hagas.

Cuídate mucho y disfruta de la vida.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio

¿Quieres saber si tienes burnout?

Te lo pongo fácil con mi TEST exclusivo. Y además te envío mis mejores consejos para evitarlo.
Carlos Cenalmor – Psiquiatra y psicoterapeuta
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.